OTRAS SOCIOLOGIAS CLÍNICAS FUERON POSIBLES
A PROPÓSITO DE OFICIOS Y PROFESIONES, NOTAS SOBRE “EL OBRERO ESPAÑOL” DE JACQUES VALDOUR” (1919)
Rafael de Francisco
Mayo del 2014
I.- NOTAS PREVIAS
Probablemente, ladeándonos de los actuales recorridos de la fundante sociología clínica francófona existieron trochas más o menos cercanas a lo que suponen estas sociologías del acercamiento a las problemáticas de las gentes, rotuladas como “clínicas”
Fueron las sociologías o para/sociologías comprensivas y no estadísticas, que en general, elaboradas principalmente por médicos, filósofos, periodistas, socio/políticos e incluso novelistas como el Baroja de la Lucha por la vida (1904) se acercaron a la comprensión y desvelamiento de las condiciones de trabajo de oficios y profesiones desde hace varios siglos y que, en España, tendrían una especial presencia durante el tiempo de la Restauración alcanzando su cenit en los años de la República, para ser arrinconadas durante la dictadura.
No es cuestión de recrearse en una libresca arqueología de la sociología antes de la sociología, sino de rescatar sensibilidades y prácticas que de alguna manera apuntaban e inauguraban, diseños reflexivos y operativos que, estando agarrados a las realidades de su tiempo, intentaron que se conociera la vida cotidiana de las clases populares y, muy especialmente sus condiciones de salud y enfermedad. Solamente recordaremos a dos médicos y a un filósofo social que contribuyeron poderosamente al conocimiento de los oficios y las condiciones de vida de las gentes del común. Bernardino Ramazzini (1633-1714) con su De Morbis Artificum (1700) Louis René Villermé (1782-1863) a partir de su Tableau de L’état Physique et Moral des Ouvriers (1840) y el joven Engels de Las cartas desde Wuppertal (1839) seguido de La Condición de la clase obrera en Inglaterra (1845)
La sociología académica de oficios y profesiones desde las perspectivas de los “padres fundadores” – quizá con la excepción de Simmel y algunos estudios de Weber sobre la fatiga en los trabajadores fabriles alemanes – no fue más allá de una retórica filosófica/social que, además, se centró exclusivamente en las profesiones liberales olvidándose de los oficios, ocupaciones y menesteres de las clases populares a modo de ilustrada sociología de cátedra. A pesar de la renovación que supuso el funcionalismo de Talcott Parsons con su obra Las profesiones y la Estructura social (1939), al final, solamente los oficios de prestigio, como sería en este caso de Parsons con los médicos, siguieron siendo objeto de la mirada sociológica. El cambio, con el descenso al estudio de los oficios y ocupaciones no académicas vendría de los sociólogos de Chicago y del enfoque interaccionista de la mano de Everett Hughes, Louis Wirth, Erving Goffman y el inefable Howard Saul. Becker, a su vez, virtuoso del jazz, y que, se adentraría en el mundo de los oficios artísticos con su escrito “Los extraños, sociología de la desviación” (1963) para terminar ya, en nuestros días, con las reflexiones de Richard Sennett (1998) sobre las corrosiones psicosociales derivadas de la organización posmoderna del trabajo.
II.- EL OBRERO ESPAÑOL, OBSERVACIONES VIVIDAS, DE JACQUES VALDOUR (1919)
Jacques Valdour sería el pseudónimo normalmente utilizado por el abogado y sociólogo francés Louis Martin (1872-1938) que hacia 1912 inauguraría una peculiar metodología sociológica que sin duda, se adelantaría sensiblemente al trabajo de los etnometólogos de la Escuela de Chicago, desarrollando una práctica de investigación social claramente interdisciplinar en la que se mezclaba, el quehacer geográfico con el antropológico y sociológico utilizando una novedosa técnica de observación participante, que para nosotros pudo suponer interesantes cercanías con el acercamiento al sujeto que proclaman las sociologías clínicas.
En lo que se refiere a España, la obra de Valdour estuvo formada por tres libros bajo el epígrafe general del L’Ouvrier Espagnol, Observations vécues, que sería publicado en Paris en 1919 y que nosotros sepamos, centrado en la descripción de la vida obrera en Aragón, País Vasco y Andalucía
La especial relevancia de estas “observaciones” de Valdour a diferencia de otros acercamientos de sociólogos franceses a la problemática social española como su coetáneo Angel Marvaud (1910) o Le Play (1855) es que, este autor se sumerge en el entorno cotidiano y laboral, escuchando, hablando y trabajando él mismo como obrero, en diversos y variados tajos y oficios en las localidades y ciudades por las que transcurre su investigación de tal manera, que recrearía un relato sociológico no solamente inédito para la época, sino vivido y pegado a la realidad. Es más, incluso objetivamente condicionado por su propia subjetividad como investigador – por otra parte, siempre y honestamente explicitada – dada su confesada condición de integrista antirrepublicano francés. Aspecto éste, que obviando sus juicios de valor sobre la conflictividad social española y especialmente sobre la actuación de sindicatos, las huelgas y las actitudes anticlericales del proletariado, sus descripciones de lo cotidiano, serán de un realismo y una objetividad absoluta, reflejando desde el precio y duración de unos pantalones de pana, de un mermado guiso de carne, una habitación obrera o las tareas que lleva consigo un peón de albañil, resaltando la insoportable fatiga – personalmente vivida y sufrida – que entrañan a lo largo de una jornada que con media hora de descanso para el almuerzo, y una hora para la comida, duraría desde las 6 de la mañana hasta las 6 de la tarde, pagada con 2 pesetas de jornal que no daban para cubrir el coste de la comida y habitación diaria.
En relación a la vida cotidiana y social Valdour será también enormemente descriptivo – como por ejemplo, los periódicos leídos por los obreros, que en ocasiones son los mismos con que envuelven el almuerzo – aunque puede que excesivamente condicionado por sus imaginarios ideológicos resaltando excesivamente las expresiones antirreligiosas – especialmente las reiteradas y continúas blasfemias – y los pronunciamientos y actitudes anticlericales, junto a la fijación en algunos oficios – particularmente en la minería – al juego. No obstante, en líneas generales, refleja una cartografía casi exhaustiva de la vida cotidiana del obrero español en la que, desde las huelgas obreras, la afiliación sindical, las maneras de vestir y comer, las discusiones familiares, las conversaciones en el trabajo o las relaciones de clase, pocas cosas se le escapan.
Aunque no le resulta excesivamente fácil por la situación general de paro que se vivía en España en algunas regiones Valdour conseguiría durante los años 1912 y 1913, empleos eventuales, de no más de 15 días – por otra parte, algo habitual en la época – en las tenerías zaragozanas, como peón de albañil, en una papelera aragonesa, en las minas de Utrillas en Teruel y en la minería de Vizcaya, en una fundición bilbaína como peón, en un taller de armas en Eibar y, en las obras públicas en Sevilla.
La significación que este inventario casuístico puede representar en los sin duda endebles y posiblemente forzados recorridos de las sociologías clínicas en España residiría en su peculiar y pionero enfoque metodológico a medio camino entre la observación participante y la compresión cualitativa de los hechos y comportamientos sociales más allá, de las subjetividades del investigador. Puede que no constituyese más que una ingenua y artesanal manera de acercarse a la realidad, pero si fue, un proceder novedoso que llevaba incrustados los ejes basales de la sociología clínica como acercamiento al sujeto y, en donde, además, la entrevista como herramienta extractiva, se transforma en convivencia reflexiva, en una especie de sociología del nosotros involucrando al mismo tiempo al investigado y al investigador.