OTRA VEZ REPICANDO EN UNA POSIBLE SOCIOLOGÍA DE LAS CATÁSTROFES
Casi al cabo de un año de la Dana y a solo pocos meses del “apagón” que nos hizo entender (suponemos) las entropías ya, no de la Naturaleza, sino de un modelo de naturaleza-sociedad cada día, más diferenciada de un tiempo -en que, muchos españoles nacimos-, presidido aún por la máquina y la famaliaridad con paisajes, objetos y palabras siempre inseguros, pero a su vez, manejables analógicamente desde el cuerpo, la mente o simplemente asumido desde la resignación. Pero algo al final, controlable. Paradójicamte la sociedad de nuestro hoy, una socirdad en camino hacia perfecciones funcionales inimaginables hace tan solo 40 años, se ha desvanecido. Nuestras sociedades de esta modernidad tardía que, no sabremos pensar si es sociedad o un espejismo de la sociedad conseguida desde hace siglos, van siendo algo diferente. En principio se nos presentan como espacios de habitalidad seguros y, al mismo tiempo, comenzamos a vivirlas y sentirlas como inseguras…inseguras en la medida en que, cuando nos topamos con ellas, vamos dándonos cuenta que nuestras tradicionales herramientas, se nos escapan de las manos. El progreso de las nuevas sociedades digitalizadas y, a pesar de sus innegables prestaciones, se nos vuelven entrópicas y a, veces cuando fayan, dejan un halo de impotencia, angustia y desolación insoportable. La imprescindible y paradójica seguridad de las nuevas tecnologías y de una supuesta inteligencia cibertelemática que, cuanto más inteligente pretende ser, parece hacerse más tonta, hace que, ya, al enfrentarnos con acontecimientos catastróficos o simplemente disfuncionales, no podamos encontrar la caja de plomos o de herramientas habituales. y si ésto no fuera poco, el añadido habitual en nuestros pagos…al final, la impresión de que, este asunto se resuleve como en los antiguos patios de colegio…erre con erre y haciendo real lo del «que, cuando el camino termina…«
Pues bien, estos últimos acontecimientos catastróficos protagonizados por el fuego que, hermanado con el agua, y siendo ambos, imprescindibles elementos nutricios en nuestros recorridos evolutivos como especie, resultan a su vez, plagas para la vida. Enfrentarse a los llamados, pero, sobre todo, sentidos vividos y sufridos por las gentes como acontecimientos catastróficos, supone en principio una mirada en perspectiva, de todo lo que ha podido ser su desde qué, algo probablemente que nos dé menores sombras que, las mortecinas de los racionales recursos explicativos de los “por qué” de nuestro habitual canon mental-occidental
En ocasiones, para alguien que sea y esté continuamente avisado, puede que exista un buen trecho entre “el desde y el por”. Mientras que el “por” remite a situaciones, causalidades y sucesos que se mueven en perspectivas lineales, el “desde” y, aunque solamente sea por su significación genealógica de cosa construida, remite constantemente a una mirada más comprensiva que explicativa, a una mirada estructural en la que convergen infinitos ¿por qués?
Empecemos por lo más distante y, posiblemente para algunos, innecesaria y gratuita reflexión: La tierra, su suelo primario, el de la vida, anterior al de la ciudad se va haciendo, construyendo desde el tiempo (el de Neolítico) Un proceso en que, los humanos sapiens van saliendo de la caverna; precisamente un espacio sin tierra, hacia los espacios nutricios de nuevos suelos domesticados por las agriculturas primitivas. Y ese nuevo suelo cargado de vida y muerte, comienza a ser, junto a rios, bosques, animales y hombres, algo tabulado, manejado y ya, a veces, maltratado por el propio hombre. De cualquier forma, si hay un suelo realmente domesticado o intentado domesticar por el hombre más hallá de ese mismo hombre, será el suelo nutricio de bosques, montes, praderas y rios. Y esa domesticación ha sido continuamente algo relacionable con las diferentes modulaciones culturales, sociales y políticas que, precisamente se realizan desde los suelos del poder, desde el suelo de la ciudad, el lugar que, siendo no nutricio, se irá alimentando hasta la aparición de “la máquina,” de toda la tierra que pueda. Y, precisamente para no irnos más lejos, será la sociedad romana, la que madruga en una especial y productiva manera de manejar/controlar los suelos nutricios de la Tierra y los suelos de su habitat urbano o rural. Yendo a lo nuestro y, sin mayores digresiones, el modelo romano de entender y protegerse de los peligros y enemigos de ese gran suelo apropiado, tanto urbano como nutricio, nos pueda proporcionar alguna luz sobre este asunto. Probablemente haya sido la sociedad romana la que, junto a la ciudad, nos haya legado y haya sido acompañada, por el cultivo y saberes sobre la tierra relativamente modernos (la cultura agraria de los geopónicos) como plataforma seminal en la concentración y materialización del poder junto a la ayuda de las legiones En la ciudad y que, nosotros sepamos, la institucionalización de la prevención y manejo del fuego como artificio estratégico fue cosa de Roma, al igual, que las calzadas empedradas, la higiene del agua, el Derecho o la guerra.
Para prevenir y controlar el fuego en las ciudades y villas romanas y sobre todo en Roma, la ciudad de ciudades del Imperio, crearon una unidad de vigilantes integrada por esclavos, los triunviros nocturnos o tresviri capitales (siglo III a. C.) seguidos por los profesionalizados vigiles a modo de unidad paramilitar (en el tiempo de Augusto, siglo I), creadores de la arquitectura premoderna de la praxis de lucha contra el fuego formada por cuatro operativas.
A) Prevenir = mirar, vigilar
B) Apagar = Cadena de cubos (aguaricis)
Manejo de bombas y sifones (siphonari)
Mantas empapadas de vinagre (sectores)
En cuanto al suelo de la tierra, el suelo agrícola, de algún modo el gran suelo (el feudus del poder en la sociedad romana), tuvieron una particular manera de organizar cartografías radiales que protegían el “Domus” como “pars domestica” y espacio de la gran familia propietaria con una especie de “cortafuegos” defensivo, por medio de la “pars rustica”, el espacio dedicado a viviendas de los trabajadores y la “pars frumentaria” que contemplaba el espacio logístico del feudo (almacenes y lugares para la elaboración de productos agrícolas, molinos, prensas …etc.). Por último, el gran espacio del feudo, tierras de labranza, viñas frutales, establos, aguas, montes y árboles.
Para que los enemigos y el fuego no pudiesen llegar al Domus, el espacio del amo y su familia biológica vecinal o sociopolítica de hombres y mujeres libres, necesitaban saltar por tres cortafuegos; primero el del campo productivo. Luego un segundo y tercer contrafuego, los espacios logísticos del trabajo y vida de los esclavos… y desde aquí y ahí, más que si se es, verano o invierno, es desde donde hay que empezar a pensar. Desde los usos de la tierra y, desde los usos de la vida, desde una mirada sociológica de las maneras del uso, de la economía de la tierra y de la economía de la vida, en nuestra sociedad de la tardomodernidad; una sociedad de las plusvalías sobre todo lo que se mueva, la tierra el suelo, la Naturaleza, la ciudad y la vida cotidiana. Las reales y verdaderas plusvalías/valías que hoy día van sustituyendo o reforzando, las plusvalías de la fábrica e incluso, las productividades tradicionales de la tierra. Curiosamente, e incluso, rebasando las plusvalías de la apropiación como propiedad y uso del ladrillo de la ciudad, para convertir la casa, el hogar, y posiblemente toda la trama de la vida en mercancía, se destruye y se deshabitan cuerpos, ciudades, viviendas, aguas, trabajo, bosques y tierras.
En nuestro tiempo y en esos espacios/mercancía, puede que haya pasado algo parecido cuando hablamos del suelo nutricio de tierras, bosques, montes y aguas convertidos en lugares que mal llamados desde hace unos pocos años deshabitados, lo que realmente son y, no serían otra cosa que, espacios descarnados y olvidados de las productividades y plusvalías tradicionales. Ahora quizá más cómodos y rentables para el nuevo capital financiero especulativo de nuestrs tiempos…Como a menudo se trata no, de mirar sino de ver, tendremos un ejemplo de nuevos modelo de productividad del campo, de la tierra y la vida, con la agricultura y ganadería intensiva y en la inventiva de nuevos consumos y productividades para todos como “la casa rural,” una beatífica casita a la que la empieza a pillar el diablo y, posiblemente acompañada en lo urbano con el “apartamento turístico “ estarían descarnando, y realmente, deshabitando los espacios de la ciudad y la tierra…y no digamos más, si añadimos el turismo mercancía de nuestros días que, aún no colmados por su mal uso de la ciudad (o, su no verla) consiguen apropiarse desde hace algún tiempo no, solamente de la Naturaleza, sino a su vez, de la Ciudad.
Aunque, todas estas digresiones puedan parecer ensoñaciones o pérdidas del “orate “en un viejo sociólogo que, posiblemente sepa algo del asunto, porque no solamente sea viejo sino porque, ha sido antes cocinero que fraile, podemos continuar planteando que, este asunto de los incendios y, repetimos sino lo hemos dicho antes, no es más ni menos, que puñetero sufrimiento real y descarnado de las gentes que lo sufren, puede admitir apaños a lo menos y a lo mucho, que aminoren sus devastaciones físicas y emocionales pues, en nuestra jánica sociedad de sabidurías tecnológicas y recursos públicos bien o mal manejados e, incluso privados, que, en ocasiones se pueden hacer y, probablemente deben, hacerse públicos, todo es posible, por lo menos a corto plazo y, con respecto al ya, mantra del Cambio Climático, después de no haberle querido mirar ni ver, ahora se acuerdan del mismo para justificar la inocencia de la mano del hombre convirtiéndolo en una especie de recuperación de la teología del “designio” de modo que, al final, todo este negociado de incendios, sunamis y catástrofes resulten tan inescrutables como los caminos del Señor. Aquí lo único inescrutable son los caminos del Capital, el gran capital financiero acompañado del pequeño capital para todos que, problamente tenga raices inicialmente biogenéticas pero que, a lo largo de un recorrido en que lo sociológico inerva con la biología, no son otra cosa que los caminos de los humanos…caminos que nos llevan a males, catástrofes y sufrimientos cuyo menejo nunca será facil ni cómodo; y sobre todo nunca, nunca debería ser algo puntual y dexconesionado de toda la trama de la vida de nuestras sociedades de una modernidad tardía, que por tardía y vieja, debería acumular alguna sabiduría.
Y, yendo del relato a la práctica política, lo primero: pensar antes que, hacer o, en algún momento y aunque parezca excesivo, hacer antes que, pensar, por eso que decía, de haber sido cocinero antes que fraile. Si en el septiembre de 1983 nos hubiésemos puesto en el Ministerio de Interior del Gobierno de España, a discutir, pensar, pesar, consultar, sopesar sobre el asunto, solamente 3 o 4 horas, hubiesemos tenido como resultado la pérdida, la muerte y el sufrimiento de sus familias de bastantes compatriotas más
Y esto que quede solamente como una opinión que además, está situada sobre un tiempo en el que, las relaciones entre las administraciones no estaban presididas por la actual miserabilidad política y probablemente, el Ministerio de Interior de esos años de plomo, no estaba siendo tan injusta y miserablemente cuestionado como ahora; existiendo una oposición política absolutamente leal en los asuntos de Estado, y en esa época, las catástrofes como el terrorismo eran asunto de Estado o si se quiere de Estado y de Estados….y valga como adelanto…En nuestra España de la supuesta modernidad inteligente, de los bienestares y felicidades de usar y tirar… cuidadín con los incendios y cuidadín con los apagones y cuidadín con una Naturaleza que entre todos hemos maltratado aunque algunos mucho y otros, casi nada o nada, o, por el contrario, intentado arreglar los descosidos de otros, como las gentes que, despues de estos últimos incendios han perdido su memoria o su vida.
Probablemente este asunto de las catástrofes…un elemento que, paradójicamente se mueve en una sociedad de abundancias impensables pero al mismo tiempo de infinitas debilidades y arpilleras por las que se nos puede y se cola el diablo, tenga que plantearse la safety, la seguridad integral de la población como uno de los más actuales problemas de Estado, mucho más allá de protocolos y competencias de todas las adminitraciones…y sobre todo y me repito, porque los incendios, no van a ser incendios, los apagones no van a ser apagones y las inundaciones no van a ser inundaciones sino sencillamente catástrofes sistémicas que de una forma u otra van, a resquebrajar la arquitectura material y emocional de miles o incluso millones de personas, desarrollando estrategias de Estado y no, solamente protocolos administrativos municipales y, autonómicos, a modo de falsos esqueletos operativos que, cuando pasan del escrito o dicho al hecho, y se intentan rellenar de tejido operativo, se derrumban; quedan reducidos a brasas de papel. Incluso beneméritos dispositivos pensados desde hace casi veinte años puede que haya que repensarlos.
Posiblemente uno de los meollos del asunto, resida en el tiempo, (un demoniaca variable en la que algunos sociólogos estamos entrando y, que quizá hasta hora haya pasado desapercibida) y, que, nos pueden dar alguna luz sobre nuestros planteamientos: En román paladino, los protocolos, planificaciones y estrategias preventivas, en el caso de que existan (eso creemos) se quedan viejas y obsoletas. En un suspiro, las devora y sobrepasa la velocidad, flexibilidad y transformación de los hechos o que, la velocidad de la Naturaleza, la vida, las tecnologías y los negocios es superior a la previsión humana. O, más en cristiano, la velocidad sistémica del cambio climático, la población, los recursos tecnológicos y el añadido de las estrategias de dominio y canibalización se mueven a la velocidad de las liebres, mientras nosotros, nuestras ingenuas estrategias de buscar luces, socialización, justicia e igualdad; los cortafuegos heredados de las dinámicas domésticas o foráneas de 1789, 1812, 1848, 1868, 1871, 1917, 1931 y 1945, se han perdido en la historia, en la memoria, la estulticia o la velocidad aparentemente segura de los borricos.
Y me atrevo a que me “saquen cantares”, si escribo que, una institución tan eficaz, y sufrida agencia contra incendios y catástrofes como la UME, empieza a funcionar como un mágico bálsamo cura todo, una especie de mantra totémico/religioso que más se exclama, va siendo una plegaria de modo que, cuando se verbaliza el “qué viene la UME” desaparece el diablo, al igual que, como en la batalla de Clavijo se aparece el Señor Santiago con espada desenvainada y caballo blanco, echando a correr los moros.
Pues bien, un esforzado, resolutivo, profesionalizado y sacrificado colectivo de soldados como los integrantes de la UME y que, en principio preparados para hacer la guerra, están haciendo la paz, se han quedado si no, viejos, en parte ganados por la realidad de los hechos y acontecimientos y, lo que nos parece peor, en la última ratio, de las administraciones para tapar sus obligadas tareas preventivas. Al final un placebo que, gracias a la profesionalidad y esfuerzo de un puñado de hombres y mujeres que están durante todo el año, movidos de aquí para allá…y, evitando continuamente males mayores, sirven a modo de apaño para rotos y descosidos, y según nuestra irreverente opiníon, también sirven para adecentar y camuflar, el gran agujero institucional de la prevención. Una prevención que se suele despistar en las discusiones sobre si las competencias son de tiros o troyanos. La UME, en cuya institucionalización algo, quizá muy poco, pero quiero fantasear con la presunción de que indirectamente, pudo tener a lo menos, desde su formulación/respaldo sociológico, un estudio-investigación de campo, que realizamos un equipo de sociólogos encargado, por la Dirección General de Protección Civil allá por el año 2007, cuando de alguna manera la UME (creada sobre el papel en el 2005) estaba dando sus primeros pasos. En principio la UME, fue la inteligente salida de urgencia del gobierno Zapatero, después de la tragedia de Guadalajara. En segundo lugar, se concibió como una unidad, algo poco más, que un Regimiento reforzado y que, en la práctica, no supone otra cosa que una resolutiva Compañía de choque puntual, especializada contra el incendio forestal como resultado de las deficiencias preventivas de siempre, como el mortal incendio de Guadalajara con sus 11 bomberos forestales y guarda bosques fallecidos, daba pistas sobre los niveles de profesionalización y recursos dedicados a la extinción de incendios. Esta operación llevada a cabo por y desde el gobierno de la Nación, fue sin duda inteligente, eficaz y rápida, sirviendo además de catalizador de una ejemplar cultura de ataque puntual, contraincendios forestales, de las mejores de nuestro entorno europeo. ¿Pero que, ocurre y que, está ocurriendo? Que, aunque aparezca una boutade, una ocurrencia, los incendios, su control, extinción y manejo, no residen en las mangueras, los EPIs, ni la profesionalidad de los bomberos sean de la UME y las otras paraumes o UMES menores de Diputaciones, Municipios o Comunidades y, como abundamiento teniendo claro que los recursos de la UME, una unidad que en la semántica militar no es tan siquiera un Regimiento ni una Brigada ni mucho menos una División sino una “coronela” un Regimiento reforzado o, una «Demi-División» como dicen los franceses, aunque a su mando esté un Teniente General, es decir un General de Divisiones, a modo de Cuerpo de Ejército y por lo tanto, puede que necesite después de su experiencia como compañía de choque esto es, como unidad puntual y frontal , pueda necesitar de un replanteamiento para no necesitar -en principio-, ninguna intervención de las FAR, o a lo sumo un apoyo como se ha realizado inteligentemente en los últimos incendios. Nuestras FAR, están para lo que están y salvo situaciones muy excepcionales, no se las pueden manejar y recurrir a ellas todos los días. La polémica y sobre todo la reflexión desde una mirada de Estado, sobre si las FAR, entren o salgan en este asunto que trata de los incendios vida y memoria de las gentes, comenzaría a estar servida…pero no olvidemos que las claves “comprensibles” sobre este asunto concreto de los incendios deben entender su prevención y manejo desde una perspectiva sistémica en la que, se muevan, agencias, instituciones, mangueras, formación profesional, condiciones de trabajo, recursos, operativas preventivas y de alerta, leyes y domesticación posible/imposible de la rapiña y oportunismo de los dineros sobre el suelo, como una respuesta estructural (sistémica) ante sucesos y acontecimientos que, a su vez, son también sistémicos…por lo tanto no se trata si la respuesta es, o también FAR o no FAR, si es en verano o en invierno o que, la UME sea solicitada o no. De lo que se trata, es de entender, que, los desde donde y, porqués, se organizan desde estrategias sistémicas y estructurales sencillamente porque los fuegos son también sistémicos y estructurales y, nunca exclusivamente puntuales. Nunca, nunca, vamos entender nada, sin situarnos claramente en la sociedad-naturaleza en la que estamos viviendo y viviremos…una socieadad en la que los incendios pueden ser catástrofes y los viejos apagones de luz de dos o 5 horas, pueden suponer apagones de la vida….y aunque no sea correcto personalizar las cosas y, aunque mi vida esté ya, colmada, pero aún agarrado a ella como todo bicho viviente, ¿ Que pasaría con las personas dializadas como un servidor, si los apagones duran más de tres o cuatro días? Alguíen sin duda bien intencionado y tranquilizador me contestaría:…para eso hay grupos electrógenos y baterías…¿Y se ha pensado/previsto, que las baterias se gastan y los depósitos de combustible se agotan o simplemente que los dispositivos eléctricos de alimentación de combustimbre pueden estar bloqueados, o las reservas de los proveedores de pilas se hayan agotado?….y desde ahí, una infinidad de situaciones….En el campo de la seguridad ciudadana….hay alguién que haya pensando que en toda Comisaría de Policía haya un pequeño parque de bicicletas y, por supuesto que, todo policía sepa montar en bici… o que todas las ciudades tengan en cada barrio caños de agua potable o, que en las casas de nuestra modernidad ad astra, con más de cuatro alturas, sea obligario algún sistema preventivo/auxiliar en situaciones en las que posiblemente no haya «bomberos»ni pueda haber bomberos porque están colapsados
Además, me permito otro escenario paralelo o central de reflexión, que gira en el entorno de la Guardia Civil de la qué, probablemente hayan copiado o recibido un especial talante de sacrificio, probidad y eficacia los otros soldados de la UME. Pues bien esta paradójica institución de seguridad que, ha servido tanto desde sus pros y contras, a las diversas estructuras de gobernanza como las diferentes Coronas Borbonas, a la República, a la Dictadura y hoy, a una Democracia que creemos verdadera y decente semi/república coronada, quizá pueda replantarse su acomodo a esta España en ocasiones irreconocible, y otras desgraciadamente ya, conocida, de nuestros tiempos, dando el salto o haciendo el traspaso sosegado de un Instituto dedicado fundamentalmente a la seguridad, institucionalice su continuó trabajo de protección de las gentes con todos los recursos que se pueda, humanos y tecnológicos, de tal manera que, como le comentaba hace unos días a un joven General de la Institución al que me unen y, nos unen, memoria y recuerdos inolvidables de los años de plomo, se reconvierta en una herramienta integral del Estado en la doble y articulable cohabitalidad entre la security y la safety. Y, aquí, quien me quiera entender que lo haga o no, lo haga; allá él. Con ésto no se trata que la Guardia Civil haga de bombero, sino que, de alguna manera se aproveche su estar continuamente sobre el terreno de una España no, tan deshabitada como se dice. sino una España rural no suficientemente protegida, o de alguna manera desprotegida. El problema no es otro, que, ponerse a pensar y de una puñetera vez, atreverse a reestructural/remodelar una arquitectura administrativa del siglo XX para el siglo XXI. Y,con la Guardia Civil a la que conozco y respeto, porque desde estar enfretado a ella, durante la Dictadura, he trabajado codo a codo con ella en la lucha por la consolidación de la Democracia en España. En lenguaje paladino, los españoles no sabemos lo que tenemos. Unos guardias con no excesivos medios que, continuamente están haciendo habitable esa tierra, posiblemente más olvidada que deshabitada. Olvidada entre otras cosas porque al Capital, le interesan más las plusvalías fáciles que, las duras productividades de la tierra. Además y en relación con la Guardia Cívil, de lo que se trata es de tener claro que, posiblemente no la sabemos implementar y ajustar a las nuevas necesidades de seguridad y protección integral de nuestros días más alla, de que exista un SEPRONA, y unos maltratados y eficaces Bomberos forestales . Por otra parte, no se sabe, que en la actualidad -entre otras cosas porque es una Intitución humilde-, los guardias, con pocos medios y enormes sacrificios en su propia salud física y emocional, están realizando un trabajo de protección y ayuda todos los días y todas las horas del año. Unos profesionales que conocen el suelo que pisan; conocen un espacio de lugares masticados, conocidos, mirados y sobre todo vistos que, conforman la base de cualquier y toda, estrategia preventiva. Si hay, y a pesar de sus recurso actuales, una institución de seguridad, que conoce el suelo que pisa y puede, con medios y voluntad política convertirse en una potente herramienta del Estado, no solamente en lo que ataña a la seguridad de bienes y vidas ( que desde su fundación lo viene haciendo) sinó, a la prevención, auxilio y protección integral de los ciudadanos…sería la Guardía Civil…además los guardias nunca protestan. Me repito, no sabemos lo que tenemos… Y no quiero abundar ahora más en un asunto que, corresponde a los políticos y a la propia Guardia Civil, tan solo un apunte a trabajar por quien corresponda.
En fin, todo por hacer…al final existimos porque debe haber algún dios menor que está dedicado exclusivamente a que un nutricio país como el de nuestra patria, siga existiendo a pesar de muchos pesares y muchas miserias qué más que, políticas, son de los políticos…que, cuando algunos por lo menos, con mayor o menor fortuna intentan pensar y hacer, los otros, colocan barras entre las ruedas